2 de julio de 2014

LOS MALVADOS REPTILIANOS





El cosmos, hecho de todos los universos
es un compendio de todo tipo de creación
espíritus se materializan en seres muy diversos
los cuales están en continuo estado de evolución.

Los muy variados seres vivientes
más o menos inteligentes
están en el cosmos siempre presentes
y siguen los principios vitales
de la evolución que son universales
y que se ajustan al principio de la polaridad
y de ellos depende la supervivencia de la viviente diversidad:
La implacable competición
por el alimento y el medio en cuestión
y la más solidaria cooperación
que lleva a una eficaz comunión.

Pues… una de las razas cósmicas más agresivas, he aquí
es la de los malvados reptilianos
que han estado siempre en guerra con los humanos
en diversos planetas por ahí.

Estos seres llegaron a este universo
y se instalaron en Orión
que es una lejana constelación.
Su ley es la conquista y la expansión
y no escatiman todo tipo de medios perversos.

Poseedores de una fuerza espectacular
cambian a voluntad de apariencia molecular
emulando la figura humana
y son telepáticos y a voluntad
practican la invisibilidad
y manipulan las mentes cuando les viene en gana.
 Son muy inteligentes y egoístas
además de excelentes genetistas.

Los draconianos son los de más alta jerarquía
con alas, cola y de gran tamaño
que recuerdan a los dragones de las leyendas de antaño
y son como la realeza humana de hoy en día.

Se ven como dioses superiores
y se creen con todo el derecho
de conquistar planetas y razas para su provecho
en todo tipo zonas y sectores.

En el caso de nuestro planeta
siempre han competido con la humana población,
nos han controlado de forma sutil y discreta
y nos utilizan a veces en su alimentación.

Hay quien dice y es preocupante
que se han infiltrado en nuestra clase dirigente
controlan políticos, banqueros y gobernantes
y buscan un gobierno planetario único y potente
que maneje a los humanos según sus intereses
como han hecho en otros planetas muchas veces.

Pero parece ser
que les podemos vencer
siguiendo nuestro yo interior
y con ayuda de entidades benévolas... ¡a lo mejor!