Hay una
notable diferencia
entre un
pueblo y una ciudad
el tamaño
tiene su influencia
en la
correspondiente sociedad.
En el pueblo
hay poca gente
y toda la pueblerinía
se conoce lo suficiente;
viven
tranquilamente
a pesar de
que, quizá, trabajen duramente.
Hay grandes
cantidades
de humanos en
las ciudades
por lo que
hay una gran dificultad
para una
relación total en la ciudad
y la
ciudadanía vive con apresuramiento
surgen muchos
quehaceres
que hay que
realizar a tiempo, al momento
y tensionan
(estresan) a hombres y mujeres;
otro genuino impedimento
son las distancias a superar
que en
grandes ciudades sufren un incremento
potenciando
la zozobra hasta desesperar
y aunque hay
coches, autobuses, suburbano…
se pierde
tiempo en el desplazamiento;
suele haber
atascos y embotellamientos
que enervan a
los sufridos ciudadanos.
Pero lo que
más llama la atención
es un exceso
de información
que es más
característico de la gran urbanización:
Radio,
periódicos, revistas,
anuncios,
televisión…
que nos entra
por el oído y por la vista;
y con las
nuevas tecnologías
ha llegado
una apoteosis informática
que engancha
de manera sistemática
a las edades
de cualquier categoría:
Es decir,
niños, adolescentes,
adultos, ancianos…
todo tipo de gentes.
Este
bombardeo de información
produce un
trastorno de déficit de la atención;
hay un
superávit de estimulación informativa
que provoca
una hiperactividad cognitiva;
estas
personas multitarea
de
información tienen necesidad
la absorben a
la vez, y con ansiedad,
de múltiples
orígenes … ¡vaya diarrea!
Se dispersa y
se recorta enseguida su atención
como si se
bebieran de golpe un botellón …
botellón de
agresiva información;
acaban como
embriagados
no pueden
estar en todo al mismo tiempo concentrados
y acaban
nerviosos y agotados….
Así es que
como colofón
a mimar más nuestra
atención
y a no viciarse
con tal exceso de información.
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