Después de las elecciones
autonómicas y municipales
se evalúan las votaciones
y en un plazo de veinte días naturales
según la ley actualmente vigente
se realizan los pactos postelectorales
de forma consensuada y con los votos
consecuente
para la configuración
y correspondiente constitución
del ayuntamiento, diputación
y más adelante del parlamento de las
autonomías de la nación.
Nuestra peculiar ley electoral
está personalizada y adaptada
de forma adecuada y ajustada
a nuestra gran diversidad político-mental
y por eso se puede dar la opción
de que una fuerza política muy votada
no gobierne y sea desalojada
de la correspondiente institución.
La ley se debería modificar
para poderse contemplar
el caso arriba indicado
es decir que un partido muy votado
tenga preferencia para gobernar
estableciendo un porcentaje de escaños
conseguidos
que asegure el mandato según el pueblo ha
elegido
evitando los “pactos contra natura”
que son un engaño al electorado
y que proporcionan investiduras
que la población mayoritaria no ha deseado.
También se puede optar
por una segunda vuelta en la que se vuelve a
votar
como ocurre en otras naciones
con más “solera” en estas cuestiones.
Y ahora abordo otra cuestión
que evitaría el hastío por tanta votación
además de ahorrar mucho dinero a la nación.
Me refiero a que coincida la realización
en un mismo día de toda jornada electoral
es decir, la municipal, autonómica y
nacional
y todas las autonomías a la vez
en ese único día ¡pardiez!
es de sentido común y de lógica intelectual
esta medida, receta o iniciativa nada original
que a nuestros políticos quizás torpes y con
cierta mediocridad
no se les ha ocurrido en profundidad.
Espero que alguno lea esta publicación
y la idea se introduzca en su ADN con resolución.
Aclaración
ante tal aseveración:
Ultimamente los políticos se ha concienciado
de que tal molécula es de gran relevancia
en su identidad y con gran petulancia
la mencionan de cara a su electorado.
Puff, creo que se me adhesionan
la jerga de palabros y frases rimbombantes
que nuestros políticos flamantes
endiosados y pedantes
se adjudican o inventan.
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