20 de noviembre de 2006

DE ADOLESCENTE A DELINCUENTE




Hoy no me puedo levantar
estoy de resaca y no quiero madrugar.

Durante toda la noche estuve de movida
en la calle, en la disco y me di a la bebida
y es que una noche toca disco, otra, botellón
yo y mis coleguis nos liamos con pibas que están de tentación.

A veces voy al Insti por la mañana
me siento en clase y aguanto de mala gana.
Los profes son un peñazo y me entra el aburrimiento
me doblo encima de la mesa y duermo en todo momento
algunos, los puñeteros, me llaman la atención
y de forma injusta me ponen una sanción.
Yo ya paso mucha cantidad de sus movidas
así que me ahueco del aula y a vivir la vida.

Llegan los exámenes y estudio en atracón
y para superarlo me atizo un colocón.
Mis viejos me exigen aprobados
y alguno cae pero menos de los esperados;
van y me castigan los muy brutos
pero yo no me como el tarro y me chuto unos canutos.

Ya va siendo hora de que me busque algún curro
pues el procer ya no suelta euros y me aburro.
Busco por ahí y la cosa está muy chunga
y como este tema es un problema y está fatal
me tendré que dedicar a lo ilegal:

Aunque manejo bien el ordenata, tío
lo de meterme a haker me da a mi que no es lo mío;
así es que buscaré un dinero fácil para vivir sobrao
venderé en el barrio unas cuantas dosis y arreglao.

La pasma me ha pillao con las manos en la masa
y ahora me encuentro una temporada en el truyo ¡tiene guasa!
Estos días me han servido para descansar
me han soltado y ahora de nuevo a funcionar.

Y es que en la vida hay un riesgo, una emoción
y a mi me engancha todo esto mogollón.


7 de noviembre de 2006

LOS CACAENTES: 17. Los Cacaentes reflexionan




¡La Tierra otra vez! Los celestes recuerdan sus fracasos

En vez de viajar a poblados pintorescos y rupestres
y aparecernos a humildes pastorcillos;
entablar relaciones con zagalas lozanas y silvestres
o abducir e implantar a desconocidos pobrecillos...

y se proponen enmendarlos… con una cierta dosis de vanidad
 


encaminémonos a grandes poblaciones
y busquemos lugares de grandes aglomeraciones;
lugares de encuentro de concentraciones
y así entre ruidos, bullicios y follones
comprobaremos si nuestras súbitas apariciones
son percibidas por esas gentes y memorizadas
y esas muchedumbres resultan impactadas
y al vernos quedan del susto paralizadas
o quizás con nuestras presencias, emocionadas
y como dioses sobrenaturales nos adoran,
se arrodillan, nos rezan, nos imploran...

…y hacen sus planes
 


y a lo grande en esa Tierra nos instalaremos
y de todo lo de allí los amos nos haremos,
y de tal manera eternamente viviremos,
y felices y dichosos siempre estaremos.
Y así unos a otros se animaron
y altas cotas de moral alcanzaron.

Los entes se dirigen a la ciudad
 


Y raudos se dirigieron a una gran población
en busca de una muchedumbre, una aglomeración.


El gran Cacaente da las últimas órdenes, y recuerda…
 


Pero ¡alto!, gritó el gran jefe Tupedorrimal,
que en este nuevo estado parecía todavía más fantasmal.


¡No tan aprisa!, mis criaturas:
Recordar que en nuestras últimas aventuras,
Gestal, Oxal, Aznal... han sido los paladines,
que echándole mucho valor y cataplines
han operado, maniobrado y actuado,
en la Tierra se han presenciado,
muchas veces han fracasado,
pero a veces han triunfado.
Así es que un merecido descanso se han ganado
y por lo tanto habrán de ser sustituidos
por otros cacaentes bizarros y aguerridos.

Hay que realizar una votación democrática
 


Así es que sin más preámbulo y dilación
hagamos una rápida y resolutiva votación:
Yo indicaré a los, por mí, elegidos
y vosotros, mis fieles, los votareis, acto seguido.
Votaremos a entes de todos los sectores,
excluyendo a los antes mencionados
que obviamente quedarán liberados
de los futuros quehaceres y labores

Aquí están los nuevos héroes:
 


y dicho y hecho, los cacaentes “votaron”
y este puñado de escogidos seleccionaron:
Ariel, de presencia limpia y transparente
como si fueran un detergente,
Omol, ente evanescente y fluorescente
de apresurada pero sagaz e intuitiva mente,
Cuescul, siempre acompañado de un olor envolvente
que aletarga a sus víctimas gradualmente,
y Pedorretil, el más sutil, especializado en emitir ruidos intermitentes
que desconciertan y confunden inexorablemente.
Estos cuatro líderes naturalmente iban acompañados
de toda una legión de secuaces, adiestrados
para realizar las más temerarias y audaces acciones,
encaminadas a controlar a las terrenales poblaciones.